Para el jugador compulsivo que nunca sale bien, Fong, solo hay una cosa más temible que los deudores en su puerta: tener que convencer a un bebé que llora. Pero, ¿y si el bebé se convierte en su gallina de los huevos de oro para defenderse de sus deudores? ¿Podrá superar su fobia a los pañales, los biberones de leche y las melosas canciones de cuna?