Un actor atraviesa varias etapas de frustración y preocupación cuando revisa y promulga las instrucciones para una autograbación que le envía su agente. A medida que repasa la descripción y el guión y prueba los acentos y las expresiones faciales, se desespera cada vez más e intenta hablar por teléfono de los posibles efectos para su reputación con su agente.