Alice está cansada de sentarse con su hermana junto al arroyo sin nada que hacer cuando de repente aparece de la nada un curioso conejo blanco, con ropa y un reloj de bolsillo. El conejo parece tener prisa y Alice decide seguirlo ardiendo de curiosidad. Alice sigue al conejo blanco hasta su agujero y pronto se encuentra cayendo por lo que parece un túnel sin fin; la entrada al País de las Maravillas, un lugar donde todo es una tontería y cada criatura parece haber perdido sus canicas. Alice se une al Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo para una fiesta de té loca y luego asiste al rastro de Jack, acusado de robar unas tartas hechas por la malvada y temperamental Reina de Corazones.