Vicente regresó recientemente a Chile después de vivir en Los Ángeles. Ahora está de vacaciones en una escuela llena de gente con la que no puede identificarse. Es joven, temerario y un poco solitario. Pasar el verano en la casa de playa de sus padres en Chile, sus días de tumbarse en la arena, nadar y divertirse, con quien sea. Pero una de esas noches aleatorias de perseguir chicas y beber tragos cambia su vida para siempre. Se convierte en el principal sospechoso de un incidente de atropello y fuga que causó la muerte de un pescador local. "Yo no era el que conducía", dice, pero sus recuerdos son borrosos. Estaba en el auto. Estaba perdido. Y el conductor que recuerda resulta ser hijo de un político poderoso. Su caso no es fácil. Lenta pero constantemente, el poder, la manipulación y la culpa se irán desmoronando, precipitando a Vicente en una espiral descendente que lleva a sus dulces vacaciones de verano a un amargo final.