Está lloviendo a cántaros en la bulliciosa ciudad durante las horas pico y los ciudadanos mojados se apiñan en la acera, sosteniendo con fuerza sus paraguas. Pero en este mar de toldos negros abarrotados y casi idénticos, un paraguas rojo y otro azul establecen un contraste sorprendentemente refrescante y, quién sabe, tal vez el escenario para una historia de amor hermosa y conmovedora.