En la antigua Roma, las bacanales eran fiestas en honor al dios Baco, donde se celebraba el vino, la música y la danza. Estas fiestas eran conocidas por ser desenfrenadas y llenas de excesos.
Los romanos creían que al participar en las bacanales, podían conectarse con lo divino y liberarse de las restricciones sociales. Sin embargo, estas fiestas también eran asociadas con la promiscuidad y la violencia.
Las bacanales romanas eran celebradas en secreto, ya que la Iglesia y las autoridades romanas las consideraban peligrosas y subversivas. Se decía que en estas fiestas se realizaban rituales oscuros y sacrificios humanos.
A pesar de su reputación negativa, las bacanales romanas continuaron celebrándose durante siglos, hasta que fueron prohibidas por el Senado romano en el año 186 a.C. Esta prohibición no impidió que las fiestas continuaran en la clandestinidad, manteniendo viva la tradición de los excesos y la adoración a Baco.