Kay Villano ha puesto su vida en pausa desde el fallecimiento de su esposo, el director y coreógrafo de Broadway Jolly Villano. Finalmente ha decidido seguir adelante con su vida, primero aceptando la propuesta de matrimonio de su novio de dos años, el egiptólogo Rupert Baines.
Esta decisión no es bien recibida por su madre, Charlotte, ni por Shakespeare, el perro de Kay y Jolly, ya que ven a Rupert como alguien que no se compara con la exuberancia de Jolly. Además, Kay ha decidido que no solo quiere celebrar la boda allí, sino que quiere que ella y Rupert se muden a lo que era la casa de ella y Jolly, la cual cerró después de la muerte de Jolly debido a los dolorosos recuerdos, especialmente porque él falleció allí al caer por las escaleras.
Aunque Rupert se siente amenazado por la emocionante vida que Jolly y Kay parecían tener, accede a las peticiones de Kay por amor hacia ella. Sin embargo, esa amenaza puede ser más real de lo que esperaba, ya que lo que comienza como un simple presentimiento cuando Kay empieza a abrir la casa se convierte en que ella es visitada por el fantasma de Jolly, que solo ella puede ver y escuchar.
El regreso de Jolly complica sus sentimientos hacia Jolly y Rupert, y sus apariciones inoportunas complican las interacciones de Kay con quienes la rodean, especialmente con Rupert. Las preguntas no solo son qué hará Kay ante el regreso de Jolly, sino qué quiere lograr Jolly al volver.