El carguero Fair Lady cruza el océano. El ritmo hipnótico de sus engranajes revela el continuo movimiento de la maquinaria devorando a sus trabajadores: los últimos gestos del viejo oficio marinero desaparecen bajo el ritmo mecánico e impersonal del neocapitalismo del siglo XXI. Quizás sea un bote a la deriva, o quizás solo el último ejemplo de una especie en peligro de extinción. Aunque no lo sepamos, los motores siguen en marcha, imparables.