Una familia estadounidense típica: padre fotógrafo, dos hijas talentosas, Michelle, una artista comercial consumada con una clara trayectoria profesional. Luego tiene un accidente automovilístico y el trauma en la cabeza deja cambios de comportamiento. La parte del cerebro involucrada en el control de los impulsos está dañada (pero la lesión no es visible en la tomografía computarizada habitual y no se realizan pruebas psicológicas). Michelle no tiene control de sus impulsos sexuales y se convierte en "una ladrona, una mentirosa y una puta", como dice su eventual terapeuta. La familia se separa, su hermana y su madre se van, pero el padre sigue convencido de que la hija que ama está en alguna parte. Es un camino largo y desgarrador para comprender su adicción al sexo, y el final no es seguro, pero sí esperanzador.