La vida de Olga comienza a "apestar" en la sala de maternidad. Como singularidad natural, admiraba no solo al jefe del departamento sino también a su pequeño hijo Míša. Conocer a un recién nacido desnudo y a un futuro obstetra prepúber será, sin embargo, un corte profundo en la mente inconsciente de ambos niños, que repetirán en ciclos regulares y en formas igualmente precarias.