El héroe de "Uncle Sasha", el director Alexander, siempre vivió solo para sí mismo, de modo que al final de su vida se dio cuenta de que ni siquiera le quedaban suficientes sobras para su última película en su carrera. Para crear su propia película, extrae emociones de quienes lo rodean.
Vive en una casa idílica en la orilla de un embalse con su hermosa esposa Elena, escribe un guion para presentar en la Fundación de Cine sobre vínculos espirituales y patrocina las ideas de un diputado de la Duma Estatal (en su lugar, tal vez, por ejemplo, el jefe del Ministerio de Cultura).
Pero al pelearse con el productor, elimina lo que la verdad desea. Extraños invitados, actores narcisistas, vecinos excéntricos y el propio director son motivo de ironía del autor, y a veces sarcasmo.