Es el año 33 d.C. El emperador Tiberio está preocupado por fenómenos extraños, un terremoto y el cielo se vuelve negro como un eclipse. Sus astrólogos le dan una advertencia justa: sus presagios indican que el mundo está en medio de una gran agitación y que los viejos dioses han sido aniquilados. Un nuevo reino está a punto de surgir en Oriente. El Emperador llama a Tito Valerio Tauro, el investigador más destacado de Roma, de regreso de su exilio. Fue condenado al ostracismo años antes porque había descubierto demasiado sobre la muerte del gran emperador Augusto, el predecesor de Tiberio. Tiberius le confía a Tauro una misión que requerirá todo su talento; si lo lleva a cabo con éxito, su buen nombre se restaurará por completo. Debe descubrir la verdad sobre la sentencia de muerte de un pobre rabino de Judea. Su nombre es Jesús de Nazaret y dicen que ha resucitado de entre los muertos. Tiberio está convencido de que tiene algo que ver con las profecías y los presagios celestiales que estremecieron al mundo ...