En los remotos Alpes austriacos en el siglo XV, la superstición reina suprema. Mientras la plaga acecha la tierra, los campesinos paranoicos intercambian cuentos folclóricos de advertencia sobre espíritus malignos, paganos, judíos y otros forasteros.
Vistas con sospecha por sus vecinos, la joven Albrun y su madre comparten una humilde granja de troncos enclavada en un bosque nevado de montaña. Huérfana a temprana edad, Albrun queda traumatizada y sola, aunque aún escucha la voz fantasmal de su madre llamándola en medio de la noche.
Saltando 20 años hacia adelante, la adulta Albrun (Aleksandra Cwen) es ahora madre soltera, aún viviendo en la granja del bosque con un bebé recién nacido. El sacerdote local la rechaza y los vecinos todavía la intimidan rutinariamente: "Nadie quiere tu leche podrida, bruja fea".
Un aldeano atrae a Albrun hacia una amistad incómoda, pero sus motivos resultan malévolos, incitando a la joven en un ritual sexual sadomasoquista macabro. El acto final muestra a una Albrun brutalizada, marginada, posiblemente insana, descendiendo en una pesadilla psicodélica de visiones infernales y horrores caníbales.