Atrapado en el paisaje árido y estéril de la banalidad, e incapaz de escapar de los planos anhidros de la falta de originalidad de un trabajo de cuello blanco, un dron de oficina abatido no puede evitar admitir la derrota. Pasando la mayor parte de su tiempo en un cubículo, asfixiado bajo su impecable traje, poco a poco el hombre se va convirtiendo en un autómata respiratorio de carne y hueso, falto de imaginación y creatividad. Y entonces, de la nada, una idea abstracta en forma de martillo frío lo golpea. ¿De esto están hechos los sueños?