Los pies de Jacob están tan torcidos que camina como Charlie Chaplin. Es diferente por eso y decide emigrar de Palestina a Canadá, donde "todos son iguales". Allí todo el mundo lo trata con amabilidad, y un ladrón especializado en robar dinero de los cajeros automáticos lo lleva a su casa y lo trata como a un hijo, la mesera Selma le busca trabajo como imitador de Chaplin, el "profeta" Khalil Gibran le da sabios consejos.