Emiliano mira su vida con ojos de cineasta, mezclando la realidad objetiva con los procesos de la creación artística. La historia que está filmando se tambalea con su vida diaria, hasta que su mundo queda atrapado en la lente de su cámara. Confundido, siempre solo y frente a una pantalla, convertido ahora en una realidad transfigurada, pero a la vez medible, controlable y manipulable, escucha en bucle una canción: una de esas canciones que cantas o repites a modo de oración y obligándote a recordar, creer y convencerte.