Un adolescente se sienta en clase, tratando de hacer su trabajo. Observamos cómo uno, luego otro, luego varios de sus compañeros comienzan a lanzar bolas de papel hacia él, riéndose todo el tiempo. Luego, uno eleva la apuesta y lanza un bolígrafo, que golpea al chico en la mejilla, haciéndole sangrar. El profesor parece saber lo que está pasando pero no hace nada para detenerlo.
Justo en ese momento suena la campana, señalando el final de la clase y los estudiantes salen al patio de recreo. Pero en lugar de terminar las crueles bromas, el recreo solo da a sus acosadores un renovado vigor, y una pandilla de ellos comienza a perseguir al chico. Atrapado, es derribado al suelo, donde varios de los matones comienzan a golpearlo. Lucha valientemente, pero sin éxito, mientras dos de ellos lo sujetan. Vemos a profesores y otros estudiantes mirando, muchos con teléfonos celulares en mano, tomando fotos del espectáculo.
Un chico se conmueve hasta las lágrimas por la atrocidad, pero aparentemente sus sentimientos no son lo suficientemente profundos como para ayudar a su compañero de clase. La tortura continúa y se intensifica hasta llegar a una conclusión inimaginable...