El director ejecutivo, David Wescott, aprecia mucho los esfuerzos de su asistente de oficina de confianza, Rachel Parsons, para ayudar también en la casa de Wescott cuando pierde a su esposa, dejando a su hijo semi-huérfano después de una enfermedad. Rachel no se detiene ante nada para parecer indispensable en ambos ámbitos, apuntando a la atención exclusiva de su jefe. Ella confía en que un viaje de negocios a Nueva York le brinda la oportunidad perfecta para proponerle matrimonio, pero al darse cuenta de que ella planeó entrometerse en su intimidad, él la pone en su lugar, plantando la semilla de la venganza rencorosa en una cena corporativa.