Este descenso a las profundidades viscerales de una ciudad europea se parece mucho a una película de ciencia ficción, y eso incluye su atmósfera misteriosa y trofóbica y su potente banda sonora. Cuando Víctor Moreno filma un túnel, es como una escena de 2001: Una odisea del espacio. Pasos luminiscentes flotan como estrellas, las chispas de soldadura forman un infierno celestial, el agua se arrastra escalofriantemente a lo largo de una pared; de repente, hay belleza en el eje de un ventilador. El vasto laberinto de túneles, alcantarillados y estaciones de metro forma una inmensa red de la que descansa y depende la ciudad. Podrías verlo como un espacio puramente funcional, pero también como una región simbólica y oculta: el subconsciente de la ciudad. Esta misteriosa zona subterránea también es el hogar de ratas, gatos y búhos, lo que hace que el vientre urbano sea un organismo en sí mismo. A medida que avanza a tientas por túneles oscuros y misteriosos que parecen haber sido hechos para perderse, esta obra maestra visual revela un mundo generalmente oculto a nuestra mirada.