En noviembre de 1989, la Revolución de Terciopelo puso fin al stalinismo en Checoslovaquia. Este movimiento pacífico fue liderado por Václav Havel y otros disidentes, quienes exigían reformas democráticas y el fin de la represión política.
La caída del régimen comunista en Checoslovaquia marcó el inicio de una nueva era para el país, que se encaminaba hacia la democracia y la libertad. El fin del stalinismo significó el fin de la censura, la represión y la falta de libertades civiles que habían caracterizado al país durante décadas.
La Revolución de Terciopelo fue un hito histórico que inspiró movimientos similares en otros países de Europa del Este, contribuyendo a la caída del telón de acero y al colapso de la Unión Soviética.