En la década de 1980, Atlanta fue sacudida por una serie de asesinatos de niños afroamericanos. Entre 1979 y 1981, más de dos docenas de niños y adolescentes desaparecieron y fueron encontrados muertos en la ciudad.
El caso fue investigado por el detective Wayne Williams, quien fue finalmente condenado por dos de los asesinatos, aunque las autoridades creen que pudo haber sido responsable de muchos más.
Los asesinatos de niños en Atlanta dejaron una marca indeleble en la ciudad y en la comunidad afroamericana, generando preguntas sobre la seguridad de los niños y la respuesta de las autoridades ante estos crímenes.