Emily le cuenta a su hijo Paul, ahora de seis años, la historia de su vida: cómo buscó la maternidad, ser una madre sin un esposo, criar a un niño perfecto y excepcional, al que llama Loverboy.
En flashbacks contados alrededor de un viaje en coche simulado que hacen - para que él practique conducir - vemos la infancia de Paul, su diversión juntos (a veces con un borde maníaco) y su creciente deseo de ir a la escuela y estar con otros niños.
También retrocedemos a la infancia de Emily, con unos padres tan absorbidos el uno por el otro que prácticamente la ignoran.
¿Emily podrá permitir que Paul esté con otros? ¿O podrá, como en la canción de David Bowie que canta en un espectáculo de talentos escolar, construir una vida en Marte?