Glen es apenas un hombre. En un intento desesperado de aprovechar su masculinidad, asiste a una sesión de terapia de gritos primordial, rodeado de hombres que lloran y ni siquiera puede emitir un sonido. Cuando otro miembro de la clase empuja a Glen demasiado lejos, finalmente deja salir algo: una versión en miniatura de sí mismo que hace lo que quiere, independientemente de las consecuencias.