La señora Craddock se quejaba de todo. Desde el clima hasta la comida, siempre encontraba algo de qué quejarse. Un día, decidió escribir una carta de queja a la administración del edificio donde vivía. En la carta, detallaba todas las cosas que le molestaban y exigía que se tomaran medidas inmediatas para solucionar sus problemas.
Sin embargo, lo que la señora Craddock no sabía era que la administración del edificio estaba al tanto de sus quejas constantes y ya había tomado medidas para resolver algunos de los problemas que mencionaba en su carta.
Al recibir la respuesta de la administración, la señora Craddock se sintió avergonzada y se dio cuenta de que tal vez había sido demasiado exigente en sus quejas. A partir de ese día, decidió ser más comprensiva y agradecida por las cosas buenas que tenía en su vida.