En 1642, en medio de las llamas de la guerra civil inglesa, nació Isaac Newton. Él era quien uniría los cielos y la tierra. Filósofo natural, matemático, teólogo y alquimista, con inagotable paciencia y perseverancia, Newton buscó a lo largo de toda su vida cómo se imprimía en la naturaleza el Diseño de Dios. Forjado en una infancia dura, desafiante y firme, confrontativo y solitario, una fuente inagotable de inspiración y creatividad, Newton selló con su obra todo el siglo XVIII. Los conflictos políticos y sociales de la época, el establecimiento de la Royal Society, los cambios constantes en el poder político y las complejidades de la personalidad de Newton ofrecen una imagen completa de las condiciones que llevaron a la emersión de su obra.