Enero de 2016. La historia de amor que me trajo a este pueblo de Alsacia donde vivo terminó hace seis meses. A los 45 años, ahora estoy solo, sin coche, sin trabajo ni perspectivas reales, rodeado de una naturaleza exuberante, cuya proximidad no es suficiente para calmar la profunda angustia en la que estoy sumido.
Francia, aún en estado de shock por los ataques terroristas de noviembre, está en estado de emergencia. Me siento impotente, sofocado por la rabia contenida. Estoy perdido y veo cuatro o cinco películas al día. Decido registrar esta estancamiento, no recogiendo una cámara, sino editando tomas de la corriente de películas que veo.