Inge Wegge (25) y Jørn Ranum (22) pasaron nueve meses de frío invierno noruego en la bahía aislada y deshabitada de una remota isla ártica en la costa del norte de Noruega, frente al vasto océano Atlántico. Allí construyeron una cabaña con madera flotante y otros materiales desechados que llegaron a la costa, y comieron alimentos caducados que las tiendas de otro modo habrían desechado. Pero los chicos trajeron consigo dos artículos de suma importancia: sus tablas de surf, quizás su mayor motivación para la aventura ártica. Porque la bahía remota guarda un secreto bien guardado; Algunas de las mejores olas para surfear del mundo.