Mimmo es un poeta que aprendió a escribir mientras estaba en el exilio. Su padre era un "jefe" y, cuando era niño, Mimmo fue testigo repetidamente de violencia y asesinatos en Palermo. Pero no quiso quedarse callado. El único "cómplice" que tenía de su conciencia era una hoja de papel en blanco, a la que sujetaba firmemente. Cuando su familia descubrió sus escritos, su única opción fue ser asesinado como testigo o enviado al exilio. Su padre garantizó el silencio de su hijo a la "organización", pero Mimmo no volvería hasta la muerte de su padre, veinte años después.