Samantha es contratada como repartidora de pizza. Cuando, al final de su primer día de trabajo, por la noche, entrega un pedido en una mansión en un barrio rico en su scooter, el idiota que recibe la pizza no le da propina. Enfadada por esto, Samantha irrumpe en la casa y se encuentra en el aquelarre, donde una élite adinerada realiza un misterioso ritual con su sacerdotisa (Rebecca Romijn). Cuando los satanistas descubren que Samantha sigue siendo virgen, la drogan y la encierran en una habitación. Necesitan una virgen para ofrecerla como sacrificio. Sin embargo, Samantha escapa, y luego, vestida con ropas rojas rituales, los seguidores de Satanás la persiguen en busca de ella.