Grzegorz, diagnosticado como un niño autista, vive en su mundo hermético, incapaz de establecer contacto con los demás. Cuando cumple catorce años, resulta que la causa del aislamiento no es el autismo, sino la hipoacusia, que esconde un gran talento musical. Gracias al implante auditivo, Grzegorz comienza a aprender sonidos, palabras y música de las que se enamora. Quiere convertirse en pianista y actuar en la sala filarmónica. Nadie más que él y su familia más cercana creen que un niño sordo, aunque apoyado por la tecnología moderna, hará realidad su sueño.