A lo largo de una noche fantástica e interminable, un personaje deambula por calles y bosques fríos y desnudos, instituciones desiertas, lugares deshabitados, caminando, conduciendo, mirando, solitarios, encontrándose con apariciones fantasmales que se deslizan a su paso. Adicto a las teletecnologías de la intimidad (teléfono, chip electrónico implantado), el personaje parece alimentarse de la ausencia de un amor perdido, cuya ausencia acecha su deambular.