Por suerte, el dramaturgo Julian Parker ha escrito una obra en la que el personaje principal se suicida en la escena final. La única forma en que puede hacer que se produzca es cuando un productor hambriento de dinero llamado Marla French se ofrece a producir la obra por un compromiso limitado de tres noches. El único inconveniente: van a elegir actores legítimamente suicidas que estén dispuestos a matarse en el escenario, ¡de verdad!