Desde 1998, la pandilla de los Asesinos de la Cara Sonriente ha sido responsable de las muertes por ahogamiento de más de 80 hombres jóvenes en 11 estados.
Torturan a sus víctimas utilizando técnicas similares al waterboarding durante días e incluso meses, hasta que las matan.
Luego arrojan los cuerpos en ríos o lagos cercanos, eliminando cualquier evidencia y siempre dejando su firma, una Cara Sonriente pintada cerca.
En 2011, Andrew Fitzgerald, quien había seguido los casos desde la secundaria, comenzó a trabajar en un documental que sería la pieza más completa jamás realizada sobre estos asesinos.
Trabajaba en Nueva York en ese momento como videógrafo/editor y con su equipo y habilidades estaba haciendo la película en su tiempo libre.
Utilizando las redes sociales como plataforma de lanzamiento, estaba generando interés a lo largo del camino documentando los acontecimientos detrás de escena para que la gente pudiera ver de primera mano lo que se necesitaba para hacer una película de esta calidad.