La empleada del banco Laura Tracey (Amanda Burton) se pone a ella y a su familia en peligro de muerte después de denunciar irregularidades en las cuentas de la empresa en el extranjero al Servicio Nacional de Inteligencia Criminal. Ella se entera de que el dinero pertenece a los cárteles de la droga de América del Sur, y su familia es llevada inmediatamente al Programa de Protección de Testigos y reubicada.