Leo queda inmediatamente a la deriva por sus nuevas responsabilidades como padre soltero, un sentimiento que se vuelve doblemente angustioso cuando Dafne, comprensiblemente confundida y desconsolada por la ausencia de su madre, pide una madre "artificial" que la ayude a conciliar el sueño por la noche. Es aquí donde Mañas toma el camino menos transitado, pero escribir más sobre la trama que presenta sería injusto tanto para el espectador como para el cineasta. Basta decir que las acciones de Leo son sorprendentes y potencialmente peligrosas, ya que requieren que Leo subsuma su propia identidad hasta el punto en que casi la pierde.