Después de su divorcio, el hijo de Margaret, Aaron, es la única persona que le importa. Pero cuando Margaret inesperadamente comienza a mostrar síntomas de enfermedad mental, el padre del niño decide que ella es incapaz de cuidar a su hijo de manera segura. Decidida a conservar la custodia, Margaret se embarca en una pelea en la sala del tribunal, así como una pelea para mantener su propia cordura.