Jody está convencida, pero no puede probar, que su exmarido ha estado abusando sexualmente de su hija Samantha. Cuando los tribunales ordenan la custodia compartida de Samantha, Jody la lleva a la clandestinidad. El metro es un sistema bien protegido que la traslada de pueblo en pueblo para mantenerla fuera del alcance de los tribunales. Su esposo es implacable al hacer que los detectives intenten encontrar a Jody y Sam, pero después de un tiempo, Jody comienza a sentirse cómoda e incluso comienza a salir con un veterinario que conoce en un pequeño pueblo.