El espejo de los otros
En una pequeña aldea perdida en medio de la montaña, vivía un anciano llamado Martín. Martín era conocido por su sabiduría y su habilidad para resolver problemas. Un día, un extraño llegó al pueblo y le pidió ayuda. El extraño le contó a Martín que había encontrado un espejo mágico que reflejaba los pensamientos de las personas que lo miraban.
Martín, intrigado por la historia, decidió acompañar al extraño hasta el lugar donde había encontrado el espejo. Al llegar, Martín se quedó asombrado al ver su reflejo en el espejo. Vio sus pensamientos más oscuros y sus deseos más profundos reflejados en la superficie del espejo.
El extraño le explicó a Martín que el espejo tenía el poder de mostrarle a las personas su verdadera naturaleza, obligándolas a enfrentar sus miedos y sus deseos más ocultos. Martín comprendió entonces que el espejo era un instrumento de autoconocimiento y crecimiento personal.
Desde ese día, Martín decidió compartir el espejo con los habitantes de la aldea, ayudándoles a descubrir sus verdaderos deseos y a superar sus miedos. Gracias al espejo, la aldea se convirtió en un lugar de paz y armonía, donde cada habitante podía verse a sí mismo tal como era y aceptarse con amor y comprensión.