Radicalmente repensando el cansado formato de cabezas parlantes, la última experimentación digital de Tsai Ming-liang convierte el rostro humano en un sujeto de intriga dramática.
Compuesto por una serie de retratos de individuos en su mayoría anónimos (los devotos de Tsai sin duda reconocerán a su musa de toda la vida, Lee Kang-sheng), la película inteligentemente desenfatiza el lenguaje mientras reduce el contexto al mínimo.
En su lugar, la belleza y las imperfecciones de cada rostro toman el centro del escenario.
Acompañado por la banda sonora de Ryuichi Sakamoto de frecuencias de zumbido dinámicamente modulantes, los sujetos de Tsai hablan, miran fijamente y, en un momento dado, duermen mientras la cámara registra silenciosamente el peso de la historia personal y la experiencia acumulada escrita bellamente en cada poro y grieta.