En 1898, España envía un escuadrón militar al pueblo de Baler, en Filipinas, para proteger una de las últimas colonias del Imperio Español, y evitar que los nativos rebeldes recuperen sus antiguos territorios. El escuadrón está liderado por el Capitán Enrique de las Morenas y el Teniente Cerezo, orgullosos hombres militares, quienes son acechados por los rebeldes durante la noche y se ven obligados a refugiarse en la iglesia dirigida por Fray Carmelo, el sacerdote de Baler.
Convirtiendo la iglesia en un fuerte militar, el implacable calor y la malaria comienzan a diezmar a los hombres. Tras la muerte del Capitán por una enfermedad llamada beriberi, Cerezo asume el liderazgo del escuadrón, enfrentándose a una constante lucha de poder con Jimeno, un soldado del escuadrón anterior aniquilado por los rebeldes.
Cada vez más paranoico y obsesionado con la victoria y la gloria del Imperio Español, los rebeldes cercanos a Cerezo le explican que España ya ha vendido las Islas Filipinas a los Estados Unidos, cediendo todas las colonias del Imperio Español, y que la guerra ha terminado. Sin embargo, Cerezo no cree en los periódicos entregados por los rebeldes y sigue obsesionado con ganar a toda costa.
Él y sus hombres hacen una última resistencia en la iglesia, prolongando la batalla durante varios meses, donde uno de los soldados, Carlos, víctima del uso de opio, busca una forma de poner fin al conflicto, sospechando que todo está perdido y queriendo evitar la muerte de sus camaradas.
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1898. Los últimos de Filipinas
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