En la antigua China, una leyenda cuenta la historia de un joven emperador llamado Liang que estaba destinado a gobernar con sabiduría y bondad. Sin embargo, su reinado se vio amenazado por un malvado hechicero que quería apoderarse del trono.
El hechicero lanzó un hechizo sobre el emperador, convirtiéndolo en una estatua de piedra. La única forma de romper el hechizo era encontrar la flor de loto dorada, que crecía en lo más profundo de un lago mágico custodiado por un dragón.
Con valentía y determinación, la princesa Mei, prometida de Liang, se embarcó en una peligrosa misión para encontrar la flor de loto dorada y salvar a su amado. Después de superar numerosos obstáculos y desafíos, la princesa finalmente logró encontrar la flor y romper el hechizo del hechicero.
El joven emperador Liang volvió a la vida y juntos, él y la princesa Mei, gobernaron el reino con sabiduría y amor, convirtiéndose en una leyenda que perduraría por generaciones.