Este extraordinario e inquietante edificio, una forma en zig-zag que refleja una matriz invisible de direcciones de judíos berlineses que alguna vez vivieron en la zona, es el primer encargo de Daniel Libeskind. Tomó diez años construirlo y se ha convertido en una parte integral del paisaje urbano, atrayendo a un gran número de visitantes y señalando una nueva era de la historia judío-alemana. Libeskind es interrogado por Alan Riding, periodista del New York Times, mientras lo lleva a través del edificio, que inicialmente fue pensado como un simple anexo al adyacente Museo barroco de Berlín. Sin embargo, su concepto para el ala nueva era intencionalmente tan incompatible con el edificio principal que no había forma de conectarlos por encima del suelo. Para llegar al Museo Judío, los visitantes deben ingresar a través del edificio del siglo XVIII y luego descender a pasadizos subterráneos y "vacíos", que en sí mismos dan un fuerte sentido del trágico destino de la población judía alemana durante los años de Hitler, incluso sin exposiciones en su lugar. Durante esto...