Para Hussein, un repartidor de pizzas, el desequilibrio del sistema social se le echa en la cara donde quiera que mire. Un día, cuando su amigo, Ali, le muestra el contenido de un bolso perdido, Hussein descubre un recibo de pago y no puede creer la gran suma de dinero que alguien gastó para comprar un collar caro. Sabe que su lamentable salario nunca será suficiente para permitirse semejante lujo. Hussein recibe otro golpe cuando a él y Ali se les niega la entrada a una joyería de la zona residencial debido a su apariencia. Su trabajo le permite tener una visión completa del contraste entre ricos y pobres. Todas las noches va en moto a los barrios en los que nunca vivirá, para ver más de cerca lo que sucede a puerta cerrada. Pero una noche, Hussein prueba la vida lujosa, antes de que sus profundos sentimientos de humillación lo lleven al límite.