En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Laura. Ella siempre pedía a su abuela que le contara historias antes de dormir.
Un día, la abuela decidió contarle un cuento muy especial. Era la historia de un valiente caballero que debía rescatar a una princesa encerrada en un castillo.
Con cada palabra, Laura se sumergía en la aventura y sentía como si estuviera viviendo la historia junto al caballero. La emoción y el misterio la mantenían despierta hasta altas horas de la noche.
Al final del cuento, la abuela le susurró al oído a Laura: "Recuerda, los cuentos tienen el poder de transportarnos a mundos mágicos y enseñarnos valiosas lecciones".
Desde entonces, Laura nunca dejó de pedirle a su abuela que le contara un cuento antes de dormir, sabiendo que cada historia era un regalo para su imaginación y su corazón.