En el año 80 a.C., Burebista se convierte en rey de los dacios. Su sueño es unir todas las tribus dacias y getas en un solo reino. Una breve guerra civil asegura el ascenso al poder de Burebista. Su consejero más confiable es el sumo sacerdote Deceneus, quien ayuda al rey Burebista a lograr un control completo y la obediencia de sus súbditos.
Después de consolidar su poder, Burebista construye una nueva capital civil y religiosa en Sarmizegethusa. También emprende una serie de guerras expansionistas contra sus vecinos. Los primeros en caer son las tribus celtas vecinas, que se convierten en aliados de Burebista.
Alrededor del año 60 a.C., Burebista conquista las tribus celtas de los Boii y los Taurisci en la actual Bohemia. Burebista también se propone subyugar las ciudades griegas de la costa del Mar Negro. El rey dacio es cuidadoso para evitar confrontaciones abiertas con los romanos.
A pesar de esto, Julio César ve el reino dacio como una amenaza para la seguridad del Imperio Romano. En el año 48 a.C., durante la Guerra Civil Romana, Burebista se une a Pompeyo, quien le promete una paz duradera con Roma y un comercio próspero. Pero César gana la Guerra Civil Romana, derrotando a Pompeyo.
Mientras César planea atacar y conquistar el reino de Dacia, Burebista reza por un milagro. Su pequeño reino no es rival para la grandeza del Imperio Romano.