Una pareja suiza divorciada debe aceptar la enfermedad que amenaza la vida de su hija. Él, un científico, arrebata a su hija de la mesa de exploración de la clínica y se la lleva como para secuestrarla de la enfermedad. Su ex esposa, una actriz, se va a la cama llorando desconsoladamente cuando se entera del tumor de su hija. La madrastra de la niña, una médica asiático-estadounidense, es clínica en su respuesta y describe un régimen de tratamiento de cirugía, quimioterapia y radiación. Se deja en manos de la niña misma, Violette, de diez años, ser tranquila, tranquilizadora, filosófica e incluso metafísica mientras enfrenta la muerte.