Franka Blankenstein, de 19 años, creció como hija de padres sistemáticos en Leipzig. Por casualidad conoció al enfermero geriátrico Stefan Clausnitz y así se abrió camino en un grupo ambiental que, bajo la protección de la iglesia, hace campaña contra la destrucción de la naturaleza y la contaminación del aire en la región. Franka está fascinada por la cohesión del grupo que vive en una vieja casa demolida. Allí se planifican acciones, se mantienen acaloradas discusiones, pero también se viven, se ama y se celebra, bajo la constante observación de la Stasi. Cuando el grupo, al que finalmente pertenece Franka, se atreve a salir de la iglesia y protestar en público, su movimiento se vuelve político. Los jóvenes exigen los derechos básicos de la democracia y arriesgan su libertad en el proceso.