Oliver, un niño de once años, es arrojado de su casa por su padrastro. Su madre mira todo y no hace nada, por miedo a que la lastimen. Desde este momento, Oliver vive en la calle donde conoce a otros chicos que, por diferentes motivos, llegaron al mismo lugar que él. Sin otra opción, se une a "la pandilla" para buscar comida y otras cosas para sobrevivir: un refugio debajo de un puente para dormir y el pegamento que lo hace olvidar.