Petar Karadjordjevic fue exiliado de Serbia cuando era un niño, por la dinastía rival de Obrenovic. Se le negó la oportunidad de crear un vínculo duradero con el país que lo vio nacer, con la gente cuyo rey podría haber sido, y con los títulos que le pertenecían.
Bajo circunstancias históricas, regresa a Serbia, instituye una democracia parlamentaria y comienza a reconstruir el país. Sin embargo, el progreso de Serbia se detiene con el inicio de la Primera Guerra Mundial, precedida por el asesinato de Sarajevo. El deseo del Imperio Austro-Húngaro de castigar al pueblo serbio se desata.
Tras la heroica Batalla de Cer y la Batalla de Kolubara, el gobierno serbio proclama la retirada como la única opción. Con tremendas pérdidas, el Ejército serbio llega a la isla de Corfú y a Vido - la isla de la muerte, pero también de la resurrección serbia.