La Traviata se para o cae sobre sus cantantes principales y en Norah Amsellem y Rolando Villazon esta actuación del Festival de Salzburgo 2005 tiene una pareja cuyas interacciones eléctricas y canto brillante son irresistibles. Si Amsellem no puede proporcionar el florecimiento vocal de las grandes Violettas del pasado, la suya es una voz encantadora utilizada con inteligencia e intensidad dramática y tiene las habilidades de coloratura para presentar sus obras maestras del Acto I con estilo. El tenor de Villazón tiene ping encima, un color fabuloso y una impresionante gama de rubato, matices dinámicos y frases interesantes que hacen que la música de Alfredo suene recién acuñada. El Germont es Thomas Hampson, no un barítono de Verdi, pero sí un cantante y actor astuto. El coro y los papeles más pequeños están bien, la orquesta de primera. Carlo Rizzi tiene nociones extrañas sobre la música (generalmente demasiado rápido, a veces demasiado lento) pero esta Traviata triunfa a pesar de su dirección.